Fotografías: Bruno Imanol García Méndez
Ciudad de México 9 de julio 2024. Una mujer sencilla, inspiradora, que transmite su pasión y el orgullo por el trabajo artesanal que desde hace más de tres décadas realiza, nos referimos a la Maestra Lila Silveira Sandoval, quien expresó en entrevista su motivación para crear maravillas en barro con la técnica de Mata Ortiz.
Ella es originaria de Juan Mata Ortiz, Chihuahua, un pueblo originario ubicado a 30 kilómetros del Pueblo Mágico de Casas Grandes, hogar de la zona arqueológica de Paquimé, Patrimonio de la Humanidad por UNESCO desde 1998.
Recordó que a partir 2001, fue alumna destacada de Don Juan Quezada Celado, reconocido a nivel mundial como el padre rescatista del arte de la cerámica con la antigua técnica de la civilización paquimeita, con lo que cambió el rumbo de esta comunidad agrícola.
Lila plasma su creatividad en cada pieza cerámica con trazos únicos que han ido evolucionando con el paso del tiempo, yendo de los tonos ocres sólidos a los marmoleados, los calados y los relieves que son coronados con las distintivas grecas de esta cultura.
La pasión por este oficio le fue heredado en su terruño natal por sus padres, y lo ha transmitido a su descendencia, también dedicados a esta labor, lo que complementa compartiendo el arte en talleres y ponencias, a través de libros y otras publicaciones, en exposiciones y en ferias artesanales de México y el mundo.
Un ejemplo es la Feria Artesanal 2024, realizada en el marco del 50 aniversario del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART), que tuvo lugar en el Complejo Cultural de Los Pinos de la Ciudad de México, donde tuvimos la oportunidad de platicar con la Maestra Lila Silveira.
“Yo empecé, aprendiendo de mis papás, José Silveira y Socorro Sandoval, y a partir del 2001 con el Maestro Quezada. La inspiración de las grecas me viene de las raíces culturales y lo que tratamos de hacer es innovar desde los cortes de los diseños de las piezas, por lo que, desde que estoy trabajando el barro ya tengo en mente lo que voy a formar”.
Sus piezas han sido motivo de múltiples reconocimientos y galardones en concursos, consolidando paso a paso su nombre, donde comparte con orgullo la cultura e historia de Juan Mata Ortiz, su región y su estado, así como el impacto que este arte ha logrado a nivel mundial.
Explicó que el diseño a mano de cada pieza le lleva por lo menos dos semanas, dependiendo de su tamaño, con un pincel de cabello humano, “este que estoy usando es de mi sobrina, ya que tiene que ser muy moldeable para poder tirar la línea en cada vasija, primero con un molde de yeso que yo misma hago, utilizando diferente colores de barro que en nuestra comunidad es blanco, rojo y anaranjado, combinándolo para hacer ollas marmoleadas, que es una las características de mi trabajo, así como las grecas”.
Detalló que el barro que usan no es negro se hace negro porque lo cosen a reducción sin oxígeno, y si se vuelve quemar con oxígeno, vuelve a tomar su tono natural, que es rojo. Es por esto que cada pieza cuenta con su propia óptica, contando historias a través del barro, rindiendo tributo a los ancestros y conectando con el futuro por medio de la innovación.
Se refirió a hace 30 años, cuando empezó con esta labor que, aseguró, tenía muchísima demanda atrayendo a una gran cantidad de turistas a Juan Mata Ortiz, “sobre todo llamó la atención del mercado estadounidense, el cual ha disminuido, por lo que ahora tratamos las y los artesanos de sobresalir, tocando diferentes puertas para que este arte siga creciendo. Yo voy mucho a Estados Unidos, donde me contactan para participar en exhibiciones y eventos, donde ya conocen más a Lila Silveira”.
Agregó que las y los jóvenes actualmente no están tan interesados por este arte, como en años anteriores, pero es un mercado en el que se están enfocando y han avanzado para que les empiece a gustar, sobre todo en el vecino país del norte.
Explicó que esto se debe a que en algún tiempo estuvo de moda, “yo me dediqué desde los ocho años a trabajar, ya que nos causaba ilusión, salía a las calles con mi cajita de ollitas a buscar a los “gringos”, en los hoteles donde estaban para vender las piezas, lo cual también era un atractivo, ver a una niña de esa edad vendiendo ollas”.
Comentó además que “cuando estaba chiquilla allá en una de las tienditas vendiendo las piezas, un “gringo” me tomó una foto y me sacó en un libro, fue algo bonito porque les digo con todo el orgullo que yo desde los ocho años empecé a trabajar, y tengo esa publicación como comprobante, fue mi primer libro, y ahora aparezco en seis y en revistas; ahora estoy esperando tres que se están haciendo en México y uno más de Estados Unidos”.
También nos habló de su experiencia como mujer destacada, profesional y empoderada, afirmando que “como mujer sola, traté de salir adelante, porque tenía una familia que mantener y sacar adelante, además de que quería que mis papás sintieran ese orgullo de mí, así que toqué puertas y salí adelante sin miedo al éxito, como bien dicen. He tenido mucho apoyo, tanto aquí como en Estados Unidos, el único obstáculo podría haber sido mi exesposo, pero no lo logró y aquí estoy, heredando a mis hijos este arte al que también se dedican”.
Una de mis hijas hace dos años ganó un galardón en un concurso de Madrid, mi hijo se ha destacado muchísimo por sus piezas negras y sus relieves, entonces lo estoy tratando de promover, para que se sienta con esas ganas, esa inspiración, esos ánimos de continuar realizando este arte que se está perdiendo. Mi hijo ya es la tercera generación, yo soy la segunda, pero la tercera generación no tiene ese gusto de seguir con el barro, ya que sus ideas son otras. Entonces, tratamos de motivarlos para que continúen y no se termine, porque es un arte reconocido mundialmente”.
Se refirió a los apoyos que reciben las y los artesanos para generar ventas, uno es el de FONART, además del Gobierno de Chihuahua, donde también los ayudan con compras, y directamente con su clientela, “sí hago una pieza en mi casa no me dura porque tengo mis clientes, rápido las subo a las redes sociales y compran la pieza, así como con los turistas que van a mi galería en Juan Mata Ortiz”.
Pero también este nivel de artesanía se ve afectada por el “regateo”, aunque esto depende de la calidad del trabajo. “A mi hijo y a mí poco nos “regatean”. Se nos algunas veces, cuando un cliente lleva unas cuatro piezas, entonces hacen la clásica pregunta: “¿cuánto es lo menos?”, en cuyo caso si tratamos de bajar el precio, aunque sea un poquito lo ajustamos, pero de origen tratamos de dar un precio normal para que la gente se la pueda llevar”.
En cuanto a la calidad de las piezas dijo que hay niveles, depende mucho de la o el artesano, del grosor de la pieza, que no debe ser muy pesada, ya que tiene menos valor, “por eso sigo lo me enseñaron mis papás, “calidad y no cantidad”, por eso y por el nombre del artesano es que la pieza vale. Las piezas de mi hijo están teniendo mucha demanda”, enfatizó.
Para concluir la entrevista, la Maestra Lila Silveira Sandoval, señaló: “No me queda nada más que decirles a las y los jóvenes que no pierdan el amor por el arte, que es algo precioso que nos ayuda muchísimo en todos los aspectos. Si cada turista en México se llevara una artesanía sería maravilloso”.